Todo proyecto arranca con un proceso analítico que nos prepara a transitar el desafío encomendado. Sabremos qué y cómo lo haremos a partir de entender de qué se trata aquello que se nos encarga, a veces un producto inexistente otras tantas la evolución o rediseño de algo pre-existente.

Finalizado el análisis entramos en la conceptualización de propuestas, una etapa sumamente creativa en donde aplicaremos conclusiones analíticas, razón, criterio y mucha disciplina operativa, en favor de resolver el trabajo encomendado. Aquí afloran las visualizaciones de ideas que servirán para interactuar y dialogar con otros actores proyectuales, el delineado por donde transitará el diseño definitivo.

La tercer etapa se caracteriza por el cierre de la propuesta definitiva modelizando y renderizando tridimensionalmente con alto nivel de detalle aquello que se entienda deba ser parte en el producto definitivo.

La cuarta etapa se vuelve a lo experimental pero esta vez desde lo tangible ya que involucra el prototipeado, que es una materialización realística, donde la idea se convierte en un objeto con un cierto grado de usabilidad requerida para validar la idea previo a la fabricación.

Para finalizar, la última y quinta etapa involucra el desarrollo productivo que consta de múltiples etapas, todas ellas orientadas a la materialización del nuevo producto.